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¡Semillas campesinas, libres de transgénicos!

 

 

Cartel Vandana convocantes

La publicación de estudios científicos, bajo escrutinio.

Probablemente es del conocimiento de nuestros lectores la existencia de un estudio científico realizado por un grupo de investigadores franceses, liderado por el profesor Gilles-Eric Séralini. Dicho estudio fue publicado en septiembre de 2012 en la importante revista científica internacional ‘Food and Chemical Toxicology’ (FCT).

El estudio publicado en FCT ha sido el experimento de mayor duración realizado (2 años) sobre el efecto del herbicida ‘Roundup’ y el maíz transgénico NK603 -modificado para tolerar dicho herbicida- ambos productos de la compañía transnacional Monsanto. Dicho estudio fue realizado en ratas y en él se reportó una mayor incidencia de afectaciones en el hígado, riñones, aparición de más tumores y a edad más temprana, así como la muerte prematura de algunos ejemplares alimentados con maíz transgénico y el mencionado herbicida. Sobra decir que la investigación generó una gran polémica en el mundo científico, en la industria agroalimentaria, y en general en los consumidores.

A finales del mes de noviembre, se dio a conocer la noticia de que la revista que había publicado el estudio del Dr Séralini y colaboradores retiraban (retractamiento) la publicación de este estudio de la revista FCT por razones que, de acuerdo a la opinión de científicos críticos, carece de fundamentos científicos, son inéticas e incluso ilegales, y de ser un ataque a la ciencia independiente, además de poner nuevamente bajo los reflectores el control que corporaciones transnacionales, en este caso semilleras, podrían ejercer en el mundo científico, desde universidades públicas hasta la publicación de estudios críticos.

En un comunicado, el Dr Wallace Hayes -editor en jefe de la revista FCT- menciona que después de realizar nuevamente un estudio ‘exhaustivo’ de los resultados de Séralini, no se ha encontrado ninguna evidencia de fraude o manipulación intencional de los datos generados durante el estudio. Sin embargo, menciona solamente una razón para retractar el estudio: ‘los resultados, aunque no son incorrectos, no son concluyentes’. Hayes menciona que los resultados no son concluyentes por el reducido número de animales usado para el estudio y particularmente por la variedad de ratas utilizadas para dicho estudio (la variedad Sprague-Dawley).

Debe mencionarse también que originalmente el estudio de Séralini fue publicado en 2012 en FCT después de ser revisado por 5 árbitros científicos (referees) cuando normalmente los estudios son revisados por 2 o 3.

Vale la pena analizar con mayor profundidad algunos de los argumentes presentados por ‘Food and Chemical Toxicology’ para retractar el estudio de Séralini.

La variedad de ratas Sprague-Dawley utilizadas en el estudio del grupo francés son las más comúnmente usadas para estudios toxicológicos, además, en este tipo de estudios es aceptable usar 10 animales por grupo, mientras que para estudios sobre cáncer se recomienda un número mayor de individuos debido a que esta enfermedad es menos común y probablemente más difícil de detectar, así al aumentar el número de individuos evaluados, se disminuye la posibilidad de detectar falsos negativos. Con respecto a la aparición de tumores, esta variedad de ratas desarrollan tumoraciones espontáneamente, por lo que un aumento en la incidencia es indicativa de efectos provocados por el tratamiento experimental, es por esto que dicha variedad de ratas es usada en estudios toxicológicos. La misma variedad de ratas fueron utilizadas en estudios científicos de otros grupos y que finalmente fueron publicados en FCT en los años 2007, 2005, 2002, 1997.

Inevitablemente llama la atención el hecho de que por lo menos un estudio que propone la inocuidad del maíz transgénico, publicado en FCT no generó mayor debate, ni llamó tanto la atención, ni fue sujeto de un estudio tan ‘exhaustivo’ por parte de los editores de la revista, aunque se trataba de estudios de la inocuidad de maíz transgénico en ratas (¡la misma variedad de ratas usadas en el estudio de Séralini!). Uno de estos estudios fue usado como argumento para que Monsanto obtuviera una autorización para su maíz modificado (Hammond, B.G., Dudek, R., Lemen, J.K., Nemeth, M.A., 2006b. Results of a 90-day safety assurance study with rats fed grain from corn borer-protected corn. Food Chem Toxicol 44, 1092-1099).

El factor Goodman

Otro hecho que levanta sospecha sobre los motivos para el retractamiento del estudio de Séralini es que Richard E. Goodman, antiguo profesor del Programa de Investigación en alergias alimentarias de la Universidad de Nebraska, y también ex empleado de Monsanto entre 1997 y 2004 -con quien publicó estudios sobre la alergenicidad de los cultivos transgénicos-, fuera contratado a principios de 2013 como ‘Editor asociado en Biotecnología’ por la revista FCT, aunque esta ya contaba con la asesoría experta del Dr José L. Domingo, profesor de Toxicología y Salud Ambiental. No hay pruebas de que el Dr Goodman tenga responsabilidad en el proceso que retiró el estudio del Dr Séralini de FCT, pero llama la atención el hecho de su contrato con la revista poco tiempo después de la publicación del estudio de Séralini y pone alertas ante la potencial influencia de las corporaciones sobre las juntas editoriales de revistas científicas.

La falta de conclusiones definitivas no es un fundamento para retirar un artículo científico ya publicado. El obtener conclusiones definitivas de una investigación científica es un hecho más bien raro, y por lo mismo, la decisión sobre la definitividad de las conclusiones de un estudio científico no debería estar limitada a un editor o grupo editorial. De hecho, el avance de la ciencia se nutre de los nuevos cuestionamientos que surgen a partir de investigaciones científicas previas. De ahí que deban promoverse y financiarse investigaciones serias, críticas e independientes para sumar argumentos al debate, en este caso, de los cultivos transgénicos. Quedan las preguntas: ¿Qué propósito o sentido tendrá el proceso de revisión rigurosa, científica y arbitrada en el contexto de que se haya retractado un estudio ya publicado? ¿Qué sucederá si en estudios futuros se confirman los resultados encontrados por Séralini?

Dado que actualmente se pregona que la ciencia puede ser una herramienta que ayude a resolver los problemas por los que atravesamos, la sociedad debe estar atenta a las investigaciones científicas que se realizan tanto en nuestro país como a nivel mundial y que muchas veces se autoproclaman como avances para la humanidad.

Un punto muy importante a considerar es que hasta ahora las publicaciones derivadas de investigaciones científicas hechas en México son realizadas mayormente en instituciones públicas, a partir de los presupuestos otorgados por el gobierno, que a su vez provienen de los impuestos que pagan las y los ciudadanos. Tenemos el derecho de saber qué investigación científica se hace, y los resultados de ésta. Estemos atentos.

http://pagina3.mx/al-grano/12511-la-publicacion-de-estudios-cientificos-bajo-escrutinio.html

Violencia contra el maíz, la soberanía alimentaria y la autonomía.

cartel audiencia temática maíz

 

El maíz no es una cosa, un producto; es un tramado de relaciones, es la vida de millones de campesinos cuyo centro civilizatorio milenario es la comunidad y la vida en la siembra.

Siendo México centro de origen del maíz, uno de los cuatro alimentos cruciales para la humanidad, los ataques al maíz y a los pueblos que lo cultivan, son un ataque contra las estrategias más antiguas y con más posibilidades de futuro de la humanidad.

TPP Maíz Programa al público1

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El transgénico de la discordia.

Alineado con las empresas transnacionales más grandes del mundo que producen maíz transgénico como son Semillas y Agroproductos Monsanto, S. A. de C.V.; Dow AgroSciences de México, S.A. de C.V.; PHI México, S.A. de C.V. y Sygenta Agro S.A . de  C.V.; el gobierno de Enrique Peña Nieto litiga a favor de ellas para que un magistrado federal levante la restricción de “siembra” y les permita inundar dos millones de hectáreas del norte del país con su semilla modificada.

En un hecho histórico, el pasado 17 de septiembre el Juzgado XII de distrito en materia civil en el Distrito Federal aceptó la demanda de “acción colectiva” promovida 50 personas morales y 20 organizaciones sociales resolviendo en su beneficio al otorgarles una “medida precautoria” que en los hechos significó detener la entrega de permisos de siembra de maíz transgénico por parte de las autoridades federales.

El recurso de la colectividad, representada por Adelita San Vicente Telles, directora de la fundación Semillas A.C. y René Sánchez Galindo, abogado de Colectivas A.C., fue notificado a Sagarpa y Semarnat el 3 y 4 de octubre; de inmediato, sus titulares Enrique Martínez y Martínez y Juan José guerra Abud, –cercanos colaboradores del Ejecutivo Federal–, ordenaron a sus áreas jurídicas apelar la resolución, ganarla y entregar lo más pronto posible los permisos para siembra de maíz transgénico. Así lo demuestran documentos en poder del semanario.

Se trata de los dos recursos de apelación de 25 fojas cada uno presentados el 9 de octubre por Sagarpa y el 10 de octubre por Semarnat ante el Segundo Tribunal Unitario en Materia Civil y Administrativo del Primer Circuito, donde demandan “revocar” el congelamiento de los permisos para siembra.

Los argumentos de ambas dependencias federales van desde la violación a su derecho de audiencia hasta el que se les coartan sus facultades para regular este tipo de actividades.

Luego de mostrarle ambas apelaciones, el abogado defensor de la colectividad, René Sánchez Galindo acusa al gobierno de litigar en favor de la empresa; a su vez, la representante de la “acción colectiva”, San Vicente Telles ofrece datos que muestran los vínculos que hay entre ex empleados de las transnacionales y quienes durante el sexenio de Calderón o de Peña Nieto ocuparon u ocupan posiciones en órganos claves para autorizar permisos ya sea en etapa experimental, piloto o de siembra.

Un juez incongruente: gobierno

Antes que las afectadas directas por la suspensión de los permisos de siembra, Monsanto, Dow Agrosciencies, Syngenta o PHI, el gobierno de Peña Nieto se apresuró a defenderlas al exigir ante el II Tribunal Unitario la revocación de la medida precautoria.

En la apelación de 25 fojas encabezada por la abogada de Sagarpa, Mireille Roccatti Velazquez,  sostiene que el juez “no observó” los artículos 219, 222, 610 y 611 del código Federal de Procedimientos Civiles; en especial que antes de dictar la medida precautoria el juez debe “dar vista por tres días a la parte demandada para que manifieste lo que a su derecho convenga y solicitará opinión de órganos competentes”.

Y añade en su página seis, “…ese tribunal de Apelación podrá advertir que el acuerdo que se impugna es ilegal, toda vez que de los autos que integran el cuaderno relativo a  la medida precautoria solicitada por la colectividad actora, no se observa que haya otorgado a mi representada su garantía de audiencia prevista en el artículo 11 del código…y menos aún que se haya allegado de la opinión de los organismos competentes en la materia”.

Y sigue: “dos requisitos que el A quo (juez) debió desahogar de manera obligatoria, pues el precepto legal en estudio no señala como acto potestativo el que el juez ‘podrá’ dar vista a las medidas precautorias solicitadas, ni indica que podrá” allegarse de la opinión de organismos…sino que el juzgador ‘deberá’ otorgar la citada garantía de audiencia y  ’solicitará’ la opinión; de ahí lo ilegal del acuerdo apelado”.

Roccatti alega que el juez “indebidamente” únicamente tomó en consideración los argumentos expuestos por la colectividad actora, pero el código Federal de Procedimientos civiles dispone de manera precisa cuáles son los requisitos que habrán de colmarse por parte del juzgador….las cuales dejó de observar en perjuicio de mi representada”.

Por lo que hace a Semarnat, el representante legal Mario Moreno García en su recurso de apelación entregado el 10 de octubre al Tribunal Unitario alega que se violaron los artículos 585, 610  y 611 del mismo Código “y en contra de los principios de congruencia y exhaustividad que toda resolución…debe colmar”.

Luego insiste en el mismo argumento de que se debió dar vista en un plazo de tres días “y solicitarse la opinión tecno-científica de los organismos competentes” como es la Procuraduría Federal e Protección al Medio Ambiente.

“Estamos”, dice el abogado Moreno García, “en presencia de un procedimiento en materia civil que es de estricto derecho, es decir, debe de resolverse conforme a la letra de la ley” en términos del 19 del Código Civil Federal y 14, último párrafo de la Constitución que “consagra la garantía o derecho humano de previa audiencia con relación a los actos de privación por parte de la autoridad”.

Luego alega que la resolución “causa agravio a esta autoridad recurrente…en virtud de que atenta contra los principios de congruencia y exhaustividad”.

La Sagarpa en su alegato destaca que la solicitud de liberación de permisos en etapa comercial de organismo genéticamente modificados “queda comprendida dentro de las facultades de Sagarpa”.

Los procedimientos seguidos por las autoridades, agrega en la pagina 18 del recurso de apelación, “constituyen un motivo de daño a la parte actora o al medio ambiente sino las actividades clandestinas o realizadas en inobservancia del marco legal, pues podrían constituir un riesgo al realizarse sin observar las directrices establecidas”. Y como el otorgamiento de los permisos buscan el que éstos se lleven a cabo de la forma, en los lugares y zonas conforme lo determina la ley de Bioseguridad (…) y en el caso a estudios con el otorgamiento de la medida precautoria solicitada, “se coartan las facultades de las autoridades codemandadas en la instancia para regular las actividades inherentes a organismos genéticamente modificados, (…) es decir, va en contra de la propia naturaleza de dichas medidas precautorias…”.

Por todo lo anterior, tanto Sagarpa como Semarnat piden “revocar o modificar” la suspensión de permisos para la siembra de maíz transgénico.

La demanda incluye a las cuatro empresas ya mencionadas, Monsanto, Dow Agrosciences, PHI y Syngenta, sin embargo las tres primeras se negaron a recibir la notificación que les entregó el actuario en donde se les participa de la detención de la siembra, en tanto que la última sí la recibió pero no a realizado acción alguna contra la resolución del juez.

Una de las críticas que hace la representante de la colectividad, Adelita San Vicente Tello, es que se haga una revisión del “conflicto de intereses” en que pudieran caer los encargados de realizar las indagaciones por parte del gobierno e incluso de los investigadores que certifican a las transnacionales sobre el no daño al medio ambiente y el humano que puede provocar el uso de maíz transgénico y su relación con las transnacionales que buscan la siembra.

Así por ejemplo recuerda que Bruno Ferrari fue el encargado de la venta de Seminis a Monsanto para en 2007 ser nombrado por Felipe Calderón como titular de la Unidad de Relaciones Económicas y Cooperación Internacional de la Secretaría de Relaciones Exteriores; en enero de 2008 se va a director general de Promexico y en julio de 2010 es nombrado titular de la Secretaría de Economía desde donde se autorizan los cupos de importación y exportación de diversos alimentos.

Con la aprobación en 2005 de la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, durante el sexenio de Felipe Calderón las cuatro transnacionales mencionadas empezaron a solicitar y a recibir permisos para la “experimentación”, primero y luego prueba “piloto” de siembra de maíz transgénico.

Del 2009 al 20012 se recibieron 186 solicitudes y autorizaron 114 permisos, según datos del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) de Sagarpa, una de las dependencias del gobierno encargada de clasificar autorizar los permisos y el número de hectáreas autorizadas.

Aquí en Senasica, reclama San Vicente, pero en la dirección de Bioseguridad para organismos genéticamente modificados estaba Silvia Elena Rojas Villegas quien antes había sido empleada de la transnacional PHI y en su gestión al frente de la dirección esta empresa recibió permisos al igual que Dow Agrosciences.

Además está la Coordinación de análisis de Riesgo y Bioseguridad (Conabio) la cual tiene a su cargo la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem) que está vinculado a la dirección general del Conacyt. La Cibiogem tiene un secretariado ejecutivo que en los hechos es la cabeza del organismo, el reclamo de Adelita San Vicente es que desde abril de 2007 al frente de Cibiogem estuvo Ariel Álvarez Morales y todavía en marzo de 2013 figuraba como secretariado ejecutivo. Hoy, en su página de internet, aparece vacante.

Lo grave del caso, dice San Vicente es que antes de llegar al cargo, Ariel Álvarez desde su puesto de académico en el Centro de Investigación de Estudios Avanzados (Cinvestav) perteneciente al Politécnico Nacional “respaldó los primeros permisos que pidió Monsanto porque las empresas siempre deben contar con un respaldo técnico. Más aún, desde el sexenio de Vicente Fox, él presentó un proyecto “maestro de maíz” que curiosamente heredó su nombre a un proyecto que Monsanto tiene con la Confederación Nacional Campesina, sector del PRI y del cual reciben millonarios recursos”. Otro personaje, que en su momento también denunció Adelita San Vicente es Sandra Patricia Piña Salinas quien en el sexenio pasado estuvo al frente de la Dirección de Políticas y Normatividad de la Cibiogem y antes, fue coordinadora técnica de Agrobio México, asociación que aglutina a las empresas transnacionales que impulsan el maíz transgénico.

Hoy en ese puesto está Sol Ortiz, un personaje que a decir de San Vicente cuenta con laboratorios para detección de transgénicos aunque rechaza tener conocimiento de una posible vinculación con las transnacionales.

Y para cerrar con broche de oro entre proclives de los transgénicos e instituciones de gobierno está el químico Bolívar Zapata, quien según San Vicente creó un transgénico. Este reconocido científico fungió como coordinador de Ciencia y Tecnología en el equipo de transición de Enrique Peña Nieto y el pasado 4 de enero lo nombró “enlace entre la Presidencia de la República y el Conacyt”, el mismo al que está vinculada la Cibiogem, organismo público.

En juego un billón de dólares

Lo que está en juego en términos monetarios con la autorización de siembra para el comercio del maíz transgénico, explica Víctor Suárez, director de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC), son mil 200 millones de dólares, porque no sólo es la venta de la semilla transgénica sino también del herbicida que forzosamente se tendría que utilizar porque tiene el gen que resiste a las plagas.

Denuncia que la CNC, sector del PRI, ha respaldado la siembra del maíz transgénico mediante un convenio de Monsanto en donde recibe por lo menos un millón de dólares al año a través de la confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz, y donde se comprometen a cuidar en el sur el país al maíz criollo mientras que Monsanto va por las hectáreas del norte para el transgénico.

Detalla que en el norte del país hay 2 millones de hectáreas para siembra de maíz transgénico en zonas de Sinaloa, Tamaulipas y Sonora. “Es la superficie más comercial, que tiene sistema de riego y usa semillas híbridas de maíz y la que tiene mayor desarrollo tecnológico. Los productores se niegan a usar maíz transgénico porque obtienen más tonelaje con el híbrido”.

Aparte están 800 mil hectáreas en Jalisco, Nayarit, Guanajuato que son de temporal y son de ciclo para siembra primavera-verano.

El doctor Antonio Turrent Fernández, presidente de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y un estudioso de los efectos negativos de los productos transgénicos, destaca que gracias a la suspensión precautoria que otorgó el juez a la colectividad en septiembre pasado, es que se pudo detener la siembra de 2 millones de hectáreas en la zona norte del país y la cual empieza su ciclo en otoño-invierno.

En una amplia explicación, el doctor trae a colación varios experimentos que se han hecho con ratas y cerdos alimentadas con maíz transgénico, pues este último es quien tiene el modelo de mamíferos más parecido al de los humanos. Los resultados en un corto periodo de tiempo fueron la presencia de cáncer y hubieron de ser sacrificados antes de su periodo normal de vida.

Aclara que lo hallado fue que el mal “estuvo asociado en mayor frecuencia con individuos alimentados con maíz transgénico, esto no prueba que el consumo del transgénico le causó el cáncer, lo que prueba es que se asoció” y eso ya es grave.

Otro aspecto es que se afectan los mantos acuíferos. Pero además de los efectos nocivos para el humano que aún esta en prueba experimental es el daño grave a la planta nativa del maíz, al criollo y al híbrido que al mezclase con la polinización se contamina del gen transmutado, pero no sólo eso, está en cámara de diputados una minuta, avalada ya en Senado, que establece que al tener un productor un maíz que tiene su gen se le podrían cobrar regalías, es decir, se aprobaría la patente el maíz transgénico.

 Por

Jesusa Cervantes.

http://www.proceso.com.mx

Número: 1930.

Las plantas transgénicas producen proteínas distintas a lo que era de esperar: Dr. Thierry Vrain.

El Dr. Thierry Vrain, exbiólogo del suelo y científico genético, trabajó en el Ministerio de Agricultura de Canadá durante 30 años. Fue designado portavoz de seguridad de los cultivos transgénicos. Desde que se retiró hace 10 años, después de reconocer las pruebas científicas que antes ignoraban los promotores de la Industria Biotecnológica y las Agencias de regulación del Gobierno, el Dr. Vrain ha cambiado su posición y ahora advierte de los peligros de los transgénicos.

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Tsiporah Grignon: ¿ Se produjo algún acontecimiento crucial para que cambiase su posición sobre los transgénicos?

Dr. Thierry Vrain: Como científico que trabajaba para el Gobierno, yo no cuestionaba el status quo ni los dogmas. Hacía mi trabajo y fui la persona designada por el Instituto para tranquilizar al público, de modo que estaba muy ocupado. Cuando me jubilé, mi esposa y yo comenzamos a cultivar una granja ecológica, y fue cuando empecé a descubrir nuevas cosas sobre la biología del suelo, algo que nunca me habían enseñado en la escuela de posgrado. Al no estar en nómina, pude leer diferentes fuentes y mirar la Ingeniería Genética desde otro punto de vista. Así fue como me di cuenta de que los transgénicos no eran ni perfectos ni pintaban un mundo de color rosa.

Tsiporah Grignon: Es asombroso que la gente no cuestione la idea de alterar el ADN. Cuando Monsanto y otras empresas afirman que un organismo modificado genéticamente es sustancialmente equivalente a las planta convencional, no dejo de pensar en lo ilógico de esto, porque cuando se altera el ADN, la planta entera se altera. No es lo mismo, y ciertamente no es algo natural.

Dr. Thierry Vrain: Eso depende de su visión del mundo. Como científico, cuando se añade el gen de una bacteria a una planta o un gen vegetal a un pez, o un gen humano al maíz, o se cultivan 10.000 hectáreas de maíz para producir insulina, lo considero un progreso. Así que si una planta tiene un gen bacteriano, todavía se parece mucho a una planta de tomate. Mucho se podría decir sobre el sabor de ese tomate, pero es fácil creer en la equivalencia sustancial.

Tsiporah Grignon: ¿Qué piensa de las afirmaciones de la Industria Biotecnológica al decir que tiene respuesta a la alimentación en el mundo, con el aumento del rendimiento de los cultivos y la disminución en el uso de pesticidas y herbicidas, y la disminución en los costes?

Dr. Thierry Vrain: Charles Benbrook ( Corrección de GMWatch: debe referirse al Dr. Doug Gurian-Sherman), jefe de la Unión de Científicos Preocupados de California, que elaboró las estadísticas de la USDA para comprobar el aumento de los rendimientos, y descubrió que no hay aumento en el rendimiento, y de hecho, hay una ligera disminución, ya que algunos cultivos transgénicos no son tan buenos como los cultivos convencionales. El uso de herbicidas está aumentando. Los agricultores también están preocupados por la aparición de malezas resistentes a esta tecnología. Los herbicidas usados en los cultivos transgénicos resultan inútiles cuando las malas hierbas se vuelven resistentes. Esto ya fue predicho hace 25 años. Lo mismo ocurrió con la resistencia de los insectos. […] Ahora se anima a los agricultores a rociar insecticidas en los cultivos BT para que los insectos no se hagan resistentes a la tecnología de la Ingeniería Genética… ¡Es una locura!

Tsiporah Grignon: Como biólogo del suelo, ¿cuáles son los efectos de los cultivos transgénicos en el suelo?

Dr. Thierry Vrain: Roundup (el herbicida de Monsanto) es un quelante, de modo que retiene el manganeso, el magnesio y algunos otras minerales, así que la planta, básicamente, se muere de hambre. Es posible que también se las prive de otras sustancias necesarias, pero no creo que esté documentado.

Tsiporah Grignon: ¿Ha leído la investigación del Prof. Huber sobre el glifosato, el principal ingrediente activo del herbicida Roundup de Monsanto?

Dr. Thierry Vrain: Don Huber estudió el efecto de Roundup en la disminución de los nutrientes en la planta. Pasé un tiempo con él hace dos años, así que estoy bastante familiarizado con lo que ha escrito. Es interesante constatar el efecto de la planta modificada genéticamente en el suelo. La planta modificada genéticamente es una planta con un nuevo gen que se ha insertado en algún lugar y por lo general con un gen que la dota de un nuevo rasgo, por ejemplo, un gen bacteriano que produce una proteína que mata a las orugas. Pero se trata de un proceso aleatorio. Usted necesita una forma de insertar ese gen en la planta. Y hasta hace poco, la manera de hacerlo era insertar otro gen, un gen resistente a los antibióticos, por lo general genes bacterianos. Y ese gen de resistencia a los antibióticos se encuentra en el genoma, por tanto en las raíces, de modo que puede ir al suelo, y ser recogido por la bacterias del suelo. Hay una publicación en China, de la Universidad de Sichuan, en la que los investigadores demuestran que todos los ríos de donde se cogió agua contenían genes de resistencia a los antibióticos, que con toda probabilidad provenían de las plantas transgénicas cercanas.

Tsiporah Grignon: ¿Qué descubrió el Proyecto del Genoma Humano?

Dr. Thierry Vrai: En todas las células de todos los organismos vivos se encuentran los tres principales tipos de moléculas: hidratos de carbono, que se producen por fotosíntesis en las plantas gracias a la radiación solar, los lípidos y las proteínas. Los hidratos de carbono y los lípidos no se mueven, sino que se asientan en un lugar. Las proteínas hacen el trabajo porque se desplazan. Cada molécula de proteína se puede mover, y de ese movimiento se puede obtener algo. Esa molécula puede provocar una reacción en otras moléculas y afectar a la célula. Eso es lo que hacen las proteínas. Las proteínas son las que dan vida, porque la vida es movimiento. Así que cuando se quiere diseñar una planta, lo que realmente se está haciendo es Ingeniería de una proteína, para que esa proteína haga algo nuevo en la planta, tales como la resistencia a herbicidas o a los insectos.

El Proyecto Genoma Humano finalizó en 2002. Se tardaron 10 años en obtener la secuencia de todo el genoma de una persona. Todo el genoma está descifrado. Fue algo muy importante, ya que las funcionen del cuerpo humano son mantenidas por cerca de 100.000 proteínas. Ya se conocía desde la década de 1940 que el ADN sintetiza proteínas, y la hipótesis de esa década era que cada gen sintetizaba una determinada proteína. Así que si tenemos 100.000 proteínas en nuestro cuerpo, deberíamos tener 100.000 genes o más. Pero cuando se completó el Proyecto del Genoma Humano, nos dimos cuenta de que sólo teníamos 20.000 genes en nuestro cuerpo. ¿Y 20.000 genes pueden producir 100.000 proteínas? Las matemáticas no cuadran y eso es a lo que me refiero. De hecho, en 2002, el dogma de una gen una proteína se terminó, y se vio que las cosas no funcionan de esa manera.

Lo que hemos descubierto es que el genoma de cualquier organismo vivo es un ecosistema mucho más complejo, en el que el 95% del ADN regular el otro 5% que codifica las proteínas. El resto no tenemos ni idea de cómo funciona. Cuando estaba en la Universidad, y cuando más tarde fui Ingeniero Genético, se le denominó ADN basura. Cuando un Ingeniero Genético pone un gen extraño en una planta, ese gen va a producir una proteína, gen que puede ir a cualquier parte de la planta, ya que no hay control sobre ello. Puede ir a cualquier parte del genoma, a cualquier parte del cromosoma. Y ese gen está ahora bajo una secuencia reguladora que no estaba regulada naturalmente con anterioridad.

Hay un buen número de estudios que muestran ahora que las plantas transgénicas producen unas proteínas que son muy diferentes de las proteínas que se esperaban, llamadas proteínas anormales. Esas proteínas pueden funcionar como proteínas que matan las orugas, por ejemplo, pero puede que no. Son proteínas diferentes, y esas diferencias no se han estudiado. El dogma sería: usted inserta un gen y obtiene la proteína que desea. Tanto es así, que las agencias de regulación, cuando quieren poner a prueba la seguridad de los cultivos transgénicos, todo lo que necesitan es mostrar que la proteína que se insertó en la planta es segura, pero no prueban la nueva proteína que en realidad se ha creado en la planta.

Tsiporah Grignon: Entonces, estas secuencias no deseadas ni siquiera se observan, se ignoran por completo.

Dr. Thierry Vrain: Totalmente.

Tsiporah Grignon: Entonces, ¿cómo se puede decir que los transgénicos son seguros?

Dr. Thierry Vrain: Antes de que finalizase el Proyecto Genoma Humano, un gen una proteína, esa era la teoría. Los científicos pensaban que simplemente se cogía un gen de una bacteria y se ponía en otra bacteria, y así se obtenía la proteína deseada. De ahí que se considerase sustancialmente equivalente.

Tsiporah Grignon: ¿Se han ignorado los resultados del Proyecto Genoma Humano?

Dr. Thierry Vrain: Creo que las consecuencias del Proyecto Genoma Humano son convenientemente ignoradas. Tan pronto como se empiece a cuestionar esto, que puede haber más proteínas en la planta que las deseadas, usted coge los reglamentos de la FDA, que son muy claros: si usted pone en el mercado algo que no es sustancialmente equivalente, algo que es diferente, algo que tiene una nueva proteína o proteínas algo diferentes, o los nutrientes son diferentes, entonces de modo automático se deben hacer estudios. Desde 1996, ha renunciado por completo a esta responsabilidad, diciendo que son sustancialmente equivalentes, alegando que no hay diferencias, de modo que las empresas ni siquiera tienen que hacer prueba alguna de seguridad.

Las grandes empresas de Biotecnología compran Tribunales, Gobiernos y Parlamentos (Parte II)

Tsiporah Grignon: En el documental “El mundo según Monsanto” se expusieron las puertas giratorias entre la Industria Biotecnológica y los Gobiernos.

Thierry Vrain: He leído que al Dr. Shiv Chopra le ofrecieron un millón de dólares a cambio de que cerrase los ojos en el asunto de la hormona de crecimiento bovino recombinante (RGBH), pero se negó y fue despedido por no callarse. (Nota del editor de GMWatcfh: Los doctores Shiv Chopra, Margaret Haydon y Gérard Lambert fueron los científicos despedidos del Servicio de Salud de Canadá por insubordinación en el año 2004, después de haber manifestado públicamente serias reservas sobre la aprobación de estos productos al creer que se producirían daños en la cadena alimentaria y eso iba a repercutir en la salud de las personas. Tiene previstas el Dr. Vrain una serie de conferencias por Canadá con el Dr. Chopra, actualmente en fase de planificación, pero que seguramente sean en la segunda quincena de noviembre).

Tsiporah Grignon: ¿Sigue en contacto con alguno de sus colegas de de Ingeniería Genética y son conscientes de su giro?

Thierry Vrain: No, y uno se da cuenta ahoro cómo los científicos ignoran las principales fuentes de información.

Tsiporah Grignon: ¿Cómo pueden los científicos actuar de forma independiente cuando su sueldo depende de apoyar o no un determinado punto de vista?

Thierry Vrain: Cuando empecé hace 30 años, trabajé como asistente técnico en un laboratorio y con un presupuesto muy escaso, y básicamente consistía en trabajo de laboratorio y en la publicación del mayor número posible de artículos. En aquella época decíamos: publicar o perecer. Pero hace 25 años, la cosa cambió. Cuando empecé no se permitía el patrocinio de las Corporaciones. No se podía acudir a Monsanto y decir: “¿Está usted interesado en que haga un trabajo para usted en mi laboratorio a cambio de una pequeña subvención?”. Pero hace 25 años, eso se permitió y alentó la financiación por parte de las empresas. Cuanto más interesada estuviese la Industria en el proyecto, más dinero entraba. Eso quería decir que se estaba haciendo un buen trabajo, de modo que con los fondos adicionales el Gobierno no tenía que aportar fondos para el laboratorio. Y poco a poco se convirtió en algo normal, y había grandes cantidades de dinero para la Biología molecular. Otros se quejaron de que todo el dinero iba hacia la Biología molecular en los años 80 y principios de los noventa. No sólo eso, si se realizaba un buen proyecto los resultados se podían patentar. Así que de publicar o perecer pasamos a patentar y hacerse rico.

Ahora muchos científicos reciben subvenciones de las empresas de Biotecnología. Cuando se consigue una subvención de un millón de dólares, se tienen cinco estudiantes de posgrado, tres doctores y un gran laboratorio, ahora es usted un gran profesor porque tiene un laboratorio enorme y mucho dinero que fluye. Pero si publicase resultados que no fuesen aceptables para empresas como Monsanto, las ayudas de las Corporaciones se iban a cortar.

Tsiporah Grignon: He leído en “Semillas de la decepción” sobre la inserción aleatoria de genes, ya que no hay forma de ser preciso, lo que usted ya ha confirmado anteriormente. Entonces, ¿por qué los científicos afirman que alteran genéticamente con precisión la naturaleza?

Thierry Vrain: Por dinero. Es muy importante para la empresas de Biotecnología acallar los estudios que no confirman su línea corporativa o cuestionan la seguridad. Pero aún es más sencillo. La mayoría de los inversores en las empresas de Biotecnología lo que quieren es ganar dinero… eso es lo fundamental. Si pueden llegar muy lejos con las ventas, ¿por qué no hacerlo?

Tsiporah Grignon: ¿Se siguen saliendo con la suya?

Thierry Vrain: Se siguen saliendo con la suya. Usted puede cuestionar lo que hacen, usted puede intentar evitar los transgénicos, y quizás estemos desgastando un poco a estos gigantes. Pero en realidad, con toda franqueza, ya que no tienen vergüenza, compran Tribunales, Gobiernos y Parlamentarios.

Tsiporah Grignon: Pero no dominan absolutamente todo, por ejemplo en Europa, donde hay una fuerte resistencia.

Thierry Vrain: No, no dominan toda Europa, pero seguro que lo intentarán. Son cinco los países en todo el mundo que acaparan la totalidad de los cultivos transgénicos: India, Argentina, Canadá, Estados Unidos. Y quizás un par de ellos más, y son 20 los países que no exigen el etiquetado por la presencia de transgénicos en los alimentos y no imponen ningún tipo de restricciones. Si se etiquetase no habría más transgénicos, porque la gente no los quiere.

Tsiporah Grignon: En Canadá estamos luchando por detener la alfalfa transgénica o la manzana que no se oscurece.

Thierry Vrain: La manzana que no se oscurece comenzó a desarrollarse en mi laboratorio, en Summerland. Alguien tuvo la brillante idea de cómo podíamos ganar dinero. Estábamos en el país de la manzanas, así que ¿ qué tal si silenciábamos el gen que oscurece las manzanas y conservan su aspecto? Sin embargo, los productores están en contra de ella y los productores ecológicos están en pie de guerra.

Tsiporah Grignon: Usted ha hecho referencia a un estudio de 120 páginas titulado “Mitos y Verdades sobre los transgénicos”, que fue hecho público en junio de 2012.

Thierry Brain: Es un documento que fue elaborado por Ingenieros de genética, Dr. Michael Antoniou y el Dr. John Fagan con Claire Robinson, periodista de investigación. Consiste en una recopilación de artículos e informes de los Gobiernos, la mayoría de los cuales cuestionan la seguridad de los transgénicos. Fue publicado en junio, por lo que el estudio de Séralini todavía no había aparecido. Representa una gran cantidad de trabajo, la mayoría realizado por laboratorios independientes de Europa, y se asegura que los cultivos transgénicos no pueden dan mayor rendimiento. Entra en lo que yo denomino contaminación genética; los cultivos transgénicos liberan su polen y los genes al medio ambiente, ya se trate de bacterias u otras plantas.

Tsiporah Grignon: Si tiene genes Terminator, ¿polinizan?

Thierry Vrain: Los genes Terminator forman parte de una tecnología de interferencia en la que las semillas o el polen se vuelven no fértiles.

Tsiporah Grignon: O sea, ¿que es posible transmitir la infertilidad?

Thierry Vrain: Sí, lo es. Este es el motivo por el que muchas personas están preocupadas. Imagínese si usted tiene un campo de maíz con el gen de la infertilidad y se extiende por toda la superficie agrícola y se transmite a otros cultivos.

Tsiporah Grignon: En otras palabras, el polen de una planta Terminator puede convertir a otra planta también en Terminator… ¿ Eso podría ser el fin de la vida en la Tierra tal y como la conocemos?

Thierry Vrain: Ese fue el motivo por el que se detuvo a Monsanto, que quería probarlas y comercializarlas. Los cultivos transgénicos están patentados, de modo que las empresas no quieren que la gente tenga sus propias semillas, los agricultores las suelen guardar, ya que el titular de la patente pierde dinero. Usted tiene que comprar las semillas año tras año. Al ser las semillas estériles, nadie conserva estas semillas. Estamos hablando de hambre… otra locura. Pero Monsanto ha adquirido la tecnología Terminator y puede volver a intentarlo.

Tsiporah Grignon: La gente interesada en alimentos de calidad y en su cultivo, ¿tiene esperanzas?

Thierry Vrain: Mi esposa tiene un herbolario… porque creemos que una dieta saludable es muy importante. Existe una conexión entre lo que comemos y lo que somos. Si vas a la tiende y compras la comida más barata llena de calorías pero con pocos nutrientes, entonces vas a enfermar.

Conclusión

Esta conversación con un antiguo informante de los transgénicos fue muy aleccionadora. Ahora conocemos verdades incómodas sobre los transgénicos y la empresas de Biotecnología, que se benefician de ellos. En esta entrevista, nos enteramos de que la Ingeniería Genética es muy imprecisa, carece de pruebas de seguridad, que los cultivos transgénicos contaminan otros cultivos, y la forma en que el mundo científico se pudre por el dinero. El Dr. Thierry Vrain cambió y ahora es un agricultor ecológico. Se dio cuenta de que la forma de alimentar al mundo es la de crear y apoyar las explotaciones sostenibles, trabajando conforme a la naturaleza.

Es nuestro deber detener este crimen biotecnológico contra la naturaleza. Infórmese y participe. No estamos solos. Millones de personas están llamadas a participar en el Día Mundial de Acción contra los transgénicos en más de 600 ciudades de todo el mundo el próximo 12 de octubre. Es el mayor evento en la historia para oponerse a la empresas de Biotecnología: Más información aquí

Información

Libre de Transgénicos y Greenpeace Vancouver han publicado “Alimentos modificados genéticamente y salud humana”, donde comparten preocupaciones sobre los alimentos modificados genéticamente. El Dr. Thierry Vrain es un ex científico genético del Departamento de Agricultura de Canadá, durante 30 años; el Dr. Chopra es un científico que trabajo en el Servicio de Salud de Canadá durante 35 años, un protector incansable de los alimentos en todo el mundo.

Por Noticiasdeabajo
Entrevista realizada por Tsiporah Grignon
Common Ground, octubre de 2013

Monsanto se va de Europa ¿Haremos que se vaya de América?

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Aún cuando puede parecer que el poder y la influencia de las transnacionales es casi absoluto, una pequeña esperanza se abre en la lucha de los pueblos ante la corporación semillera Monsanto que a principios de esta semana ha hecho pública su decisión de no seguir promoviendo ni comercializando cultivos transgénicos en Europa.

En declaraciones a un periódico alemán, la representante de Monsanto en ese país, Ursula Lüttmer-Ouazane, mencionó: ‘Hemos llegado a la conclusión de que en este momento no hay una amplia aceptación’. Representantes de la gigante multinacional semillera indicaron también que no buscarán nuevas aprobaciones para plantas modificadas genéticamente dada la baja demanda de sus productos y ante una oposición y rechazo a la tecnología cada vez mayor del público en general: ‘No tiene sentido luchar contra molinos de viento’, fue la declaración de la portavoz de Monsanto.

Este anuncio se hizo público sólo unos días después de salir a la luz y de manera escandalosa el descubrimiento en campos agrícolas en Oregon, Estados Unidos de trigo transgénico de Monsanto (Roundup Ready) que no tenía la autorización para ser sembrado de manera comercial. Este hecho plantea nuevamente los altos riesgos de la investigación científica con intereses corporativos de fondo, la relajada legislación sobre patentes y liberación comercial de transgénicos y principalmente, los riesgos para la biodiversidad, la seguridad alimentaria  y la salud de la población mundial.

El anuncio de la salida de Monsanto de Europa debe confirmarse en los hechos, ya que es el Estado Español donde se cultiva más del 90% del maíz transgénico (Bt). La comunidad autónoma de Aragón es la que cuenta con una mayor superficie de cultivo de maíz modificado, seguida de Cataluña y Extremadura.  Sin embargo, Francia, Alemania, Austria, Hungría, Grecia, Luxemburgo, Bulgaria y Polonia han prohibido tanto la entrada como la siembra de maíz transgénico en sus territorios.

¿Saldrá Monsanto de América Latina? ¿Qué pasa en México?

Los voceros de Monsanto en Europa también mencionaron que ‘venderían semillas transgénicas únicamente en aquellos lugares en los que cuentan con amplio apoyo por parte de los agricultores así como de políticos y un sistema regulatorio funcional‘ pero, ¿cuales son esos lugares? Desde hace mucho tiempo, diversas organizaciones de indígenas, campesinos, activistas, científicos críticos de toda América Latina vienen denunciando la contaminación de sus campos agrícolas y su modo de vida por los cultivos transgénicos. Se ha alertado a la población por los daños a la salud asociados a los herbicidas que se usan en la fumigación de soya transgénica en países del cono sur; en diferentes medios de información se han mencionado casos de muerte masiva de abejas, o la disminución en la población de mariposas monarca debido posiblemente pesticidas o quizá a las mismas plantas transgénicas; se han vaticinado los incalculables daños a la biodiversidad y a la cultura milenaria por la siembra comercial y consumo masivo de maíz transgénico.

Los lugares a los que se refieren los voceros de Monsanto son nuestras comunidades y países: Argentina, Brasil, Costa Rica, Chile, Guatemala, Honduras, México, Paraguay, Uruguay, etc., en resumen casi toda América, y que como refieren de manera maliciosa los agentes de Monsanto, son lugares en los que hay apoyo y complicidad de políticos que modifican las leyes para que la semillera aterrice y haga negocios.

Hace unos pocos días se demostró a nivel mundial el rechazo a Monsanto a través de masivas manifestaciones, se empiezan a recoger las primeras victorias con el anuncio de la salida de la corporación de Europa, y debe mencionarse que ese pequeño pero significativo triunfo se dio en gran parte a organizaciones de consumidores críticos, que desde el principio rechazaron que los transgénicos estuvieran en su mesa. Lamentablemente en México no hay asociaciones sólidas de consumo crítico, debemos fortalecer ese aspecto y hermanarlo a organizaciones campesinas e indígenas, que son quienes producen el maíz que alimenta a nuestros países.

Depende de nosotros mismos y de manera organizada y horizontal hacer que Monsanto se vaya de América, que se vaya a la quiebra en todo el mundo.

http://pagina3.mx/al-grano.html

Informe: Impacto de cultivos y alimentos transgénicos.

Desde el equipo de investigación de la Campaña Nacional VENEZUELA LIBRE DE TRANSGÉNICOS, hemos venido trabajando en la recopilación de datos científicos que evidencian el impacto de los cultivos y alimentos transgénicos en diferentes ámbitos entre los que destacan: la comparación de la productividad de cultivos con semillas genéticamente modificadas (conocidas comúnmente como transgénicas) y semillas convencionales (principalmente híbridas), la resistencia de los insectos plagas vinculada a cultivos Bt, la aparición de nuevas plagas y de las llamadas “súper malezas”, así como el impacto sobre la diversidad biológica, sobre el funcionamiento ecosistémico y sobre la salud. Se presentan aquí datos que revelan el impacto de estos cultivos en términos geopolíticos, y en cuanto al acceso y divulgación del conocimiento que está condicionado por el lobby de las transnacionales de dominan el mercado mundial de semillas transgénicas y los agrotóxicos de los cuales dependen estos sistemas de cultivos mejorados genéticamente.

Así también se está realizando una recopilación y sistematización de información sobre los sistemas de producción diversificados, locales, y que utilizan semillas criollas en Venezuela, ya que distintas iniciativas se han venido realizando con cultivos tradicionales, pero estos han sido subvalorados como opción para la producción de alimentos a pesar de que hay evidencias que muestran que estos sistemas son altamente productivos y tienen rendimientos incluso mayores que el monocultivo. En este documento presentamos una primera entrega de la revisión bibliográfica sobre los impactos de los cultivos y alimentos transgénicos como aporte para el debate en el marco de esta campaña nacional. Destacamos que está ampliamente reportado en la literatura científica el impacto que han tenido estos productos de la ingeniería genética a nivel mundial.

http://www.biodiversidadla.org/Objetos_Relacionados/IMPACTO_DE_LOS_CULTIVOS_Y_ALIMENTOS_TRANSGENICOS

Entrevista a Silvia Ribeiro: Las transnacionales alimentarias.

Dictamen: Preaudiencia Nacional ‘Contaminación Transgénica del Maíz Nativo’ abril, 2013.

Dictamen que presentan Camila Montecinos, Joel Aquino y Gustavo Esteva dictaminadores en la Preaudiencia Nacional: ‘Contaminación Transgénica del Maíz Nativo’, celebrado en San Luis Beltrán Oaxaca, Oaxaca, los días 26 y 27 de abril de 2013.

©FulvioEccardimaíz

A pesar de todo lo que han hecho sucesivos gobiernos para desmantelar la Constitución Política de México, el pacto social y político y el proyecto de nación que mexicanas y mexicanos definieron hace casi 100 años sigue siendo su Carta Magna: un documento que es aún fuente de derecho y de unión para ellas y ellos.

El artículo 39 de la Constitución establece que la soberanía nacional pertenece esencial y originariamente al pueblo de México. Pertenece a todos y cada uno de quienes vinieron a presentar aquí sus casos y a rendir sus testimonios. No son representantes de mexicanos y mexicanos. Son pueblo mexicano. Son los titulares de la soberanía nacional.

Desde esa condición han acudido a esta pre-audiencia a denunciar la violación sistemática de la soberanía de la que son titulares por parte de quienes la propia Constitución designa como garantes de esa soberanía.

Hemos escuchado atentamente los casos y testimonios, sólidamente sustentados, que demuestran este hecho de extrema gravedad: buena parte del territorio mexicano al que se refiere la soberanía —un territorio que por miles de años han cuidado y protegido los pobladores originarios mediante tradiciones de responsabilidad que continúan los actuales titulares de la soberanía—, ha sido entregado a intereses privados y entidades extranjeras.

Además del derecho a la cultura, los pueblos indígenas cuentan con el derecho de propiedad sobre los territorios que han ocupado tradicionalmente. El gobierno se ha comportado como propietario de esos territorios, asumiendo dominio sobre ellos. Esta postura pudo tener sentido en el marco del proyecto nacionalista que emanó de la Revolución Mexicana. Representó una posición digna frente al capital extranjero para defender la soberanía nacional. Sin embargo, en vista de que el gobierno mexicano se ha apartado explícitamente del proyecto contenido en la Constitución de 1917, tal postura carece ya de sustento. El gobierno, por ejemplo, está transfiriendo el dominio del subsuelo, por medio de concesiones, a empresas transnacionales, en demérito de la propiedad y posesión indígena sobre sus territorios. Queda claro que para los pueblos indígenas ya no basta con ser propietarios de la superficie de sus tierras y territorios. La siembra de maíz transgénico y la minería afectan la vida misma tanto de indígenas como de no indígenas.

Todo esto implica una desviación de poder, que podemos demostrar con las pruebas que se nos han allegado. Se ha desviado mediante nuevas leyes  y a través de políticas y programas. Los poderes constituidos han empleado sus facultades para desmantelar las leyes y disposiciones que protegen la soberanía y el territorio, lo mismo que los derechos de los campesinos, a fin de acomodarlas a los intereses de corporaciones privadas y entidades extranjeras. Las políticas y programas que han aplicado están claramente en contra de los intereses campesinos y a favor de las mismas corporaciones.

Esta pre-audiencia se concentra en el maíz. Hemos escuchado numerosas expresiones de lo que significa para el pueblo mexicano. He aquí algunas de ellas, que reproducimos textualmente:

* Los oaxaqueños no entenderíamos la vida sin maíz. Es nuestro principal alimento y fundamento de nuestra cultura.

* El maíz es quien cuida a la comunidad. Es quien nos ha permitido vivir y resistir durante miles de años.

* Nosotros los campesinos no tenemos otra opción más que seguir sembrando para continuar nuestra manera de vida.

* No podemos vivir sin maíz, seguiremos luchando por mantener nuestra forma de vida y al maíz en ella.

* Yo quiero dejar mi maíz a mis hijos, a mis nietos, quiero que mis hijos tengan salud, que convivan con el maíz nativo y todo lo que les rodea, el frijol, la calabaza y los quelites porque aquí está la vida.

* Quiero seguir cuidando mi maíz nativo y a mi tierra porque mi maíz y mi tierra son sagrados y eso quiero dejar a mis hijos y a mis nietos.

* El maíz es nuestra vida.

* En el maíz recreamos nuestra espiritualidad como pueblo indígena.

* El maíz es nuestra carne y nuestros huesos; es salud, historia y autonomía.

* El maíz somos nosotros y es patrimonio nacional.

* Producimos maíz para dar vida a nuestras comunidades y a la humanidad

* Nuestra relación con el maíz es sagrada: es el tesoro más preciado que los hombres y mujeres de maíz podemos tener.

Ésa es la experiencia del maíz. Esto es lo que se han negado a ver los gobiernos, en su afán perverso de reducirlo a una cosa, una mercancía, un objeto más que se compra y se vende en el mercado y que puede ofrecerse al mejor postor.

Se nos dijo ayer, en uno de los casos presentados: “Denunciamos el cinismo, la irresponsabilidad y perversidad con la que las instituciones gubernamentales han tratado el problema. Los hombres y mujeres oaxaqueños estamos sembrando nuestros maíces aún en contra de un sistema que quiere acabar con el campo oaxaqueño y mexicano.”

Uno de los crímenes más serios que han cometido los gobiernos mexicanos es el crimen de empeñarse en eliminar a los campesinos, destruyendo de esa manera una sabiduría milenaria que es la base histórica y cultural de la nación.

Desde hace sesenta años esta obsesión parece perseguir a todos los gobernantes. Varios de ellos han llegado a decir que México nunca podrá ser un país moderno mientras más de la tercera parte de la población viva en el campo; repetían, una y otra vez, que debía imitarse el modelo de Estados Unidos, en que sólo 2.5% de la población laboral producía alimentos para el mundo. Varios secretarios de agricultura declararon públicamente que su obligación era deshacerse de millones de campesinos. Y se diseñaron políticas y programas con ese propósito. Varios ejemplos de esa mentalidad criminal se mencionaron en la pre-audiencia.

* Los campesinos lucharon para tener pequeñas tiendas Conasupo en sus comunidades, administradas por ellos mismos, para poder acceder a bajo precio a productos de primera necesidad que no pueden producir. Desde hace muchos años, la red de tiendas de Diconsa, 23 mil establecimientos en 93% de los municipios del país, se usa con un propósito perverso. Con el pretexto de abatir el precio de los alimentos, se ha dedicado a desalentar la producción local de maíz y a crear el riesgo de la contaminación transgénica.

* Uno tras otro se fueron eliminando todos los instrumentos públicos de apoyo al campo creados en función de los compromisos de la revolución. Es cierto que se habían corrompido y que tenían carácter clientelar. Pero representaban una derrama económica para los campesinos, que se acostumbraron a depender de ella. Éste fue uno de sus efectos más negativos, que se padeció inmensamente cuando se cancelaron.

En 1945 era rural el 75% de la población. En medio siglo la proporción se invirtió. Si bien es cierto que muchos campesinos migraron a las ciudades deslumbrados por las luces de neón y las promesas de la modernización, es preciso reconocer que otros muchos fueron literalmente expulsados de sus comunidades, tanto por formas de destrucción ambiental de las que en general no fueron responsables como por políticas y programas que impedían la prosperidad rural y dejaban a los jóvenes sin perspectivas dignas en sus propias comunidades —lo que se convirtió también en un motivo básico de emigración.

La reforma del artículo 27 constitucional, realizada con el abierto propósito de lanzar al mercado la tierra ejidal, estaba claramente asociada con la obsesión de los gobernantes de deshacerse de los campesinos.

La invasión transgénica forma parte de esa estrategia. Como se reveló con toda claridad en los testimonios presentados, el maíz transgénico no ofrece ventaja alguna para los campesinos y el país. Por lo contrario, los cultivos transgénicos se han utilizado como instrumento de control de la agricultura y la destrucción de las bases de la autonomía de los pueblos. Además, ya se demostró en repetidos estudios que la transgenie, por naturaleza, disminuye la producción.

En realidad, la invasión de maíz transgénicoque se ha estado preparando desde el gobierno, al servicio de las corporaciones que lo crearon y lo comercializan, corresponde a una estrategia perversa que fue rigurosamente descrita en la audiencia. Se trata ante todo de controlar el mercado de semillas en México, que representa 200  mil toneladas y  mil 200 millones de dólares al año. Para este fin, se han estado modificando las leyes para beneficio de las grandes corporaciones y perjuicio de los pequeños productores, colocando a éstos al margen de la ley cuando venden o intercambian las semillas que producen.

La otra parte de esta pinza perversa es la que alude a la inseguridad alimentaria. Importamos ya la tercera parte del maíz que consumimos; en unos diez años estaríamos importando la mitad. Se está propalando la ilusión de que el transgénico podría resolver el problema aumentando la producción, lo que carece de todo sustento y nos muestra la gravedad del peligro que se enfrenta. En cinco de los ocho millones de hectáreas dedicadas al maíz no podrían funcionar las semillas transgénicas. En buena parte de la superficie maicera sólo pueden funcionar las semillas nativas. Es este el crimen que se quiere cometer: con la contaminación transgénica se perdería toda capacidad productiva. Si el maíz ya no rinde, si ya no pueden cultivarlo porque todo se ha contaminado y el transgénico no podrá prosperar, los campesinos abandonarán sus tierras. Y esto es, a final de cuentas, lo que acaso se busca. Que las dejen para poder entregarlas a otros intereses.

La contaminación transgénica puede verse como efecto directo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Fue descubierta cuando existía una moratoria para el cultivo transgénico. Pero existía una disposición del TLCAN, que propiciaba su libre circulación, bajo la falsa premisa de equivalencia sustancial, es decir, que el transgénico es igual al criollo o al nativo, una premisa también adoptada por los órganos internacionales.

A partir de 2001 las importaciones de maíz crecieron exponencialmente. Aunque estaba protegido en el TLCAN, el gobierno alentó esas importaciones, por encima de las cuotas establecidas y sin cobrar los aranceles pactados. Se realizó así un agresivo dumping a los productores nacionales, desalentándolos, obligándolos a abandonar el cultivo o el campo. Desaparecida la Conasupo, nueve empresas transnacionales absorbieron 50% de las importaciones.

Distribuido por Diconsa, el maíz importado llegó a todas partes. La gente no supo que era transgénico. Traerlo al país era un gran negocio: México no cobraba arancel y Estados Unidos apoyaba con subsidios.

Y es así como un efecto perverso del TLC fue destruir la soberanía alimentaria en las comunidades.

Se trata de un crimen histórico de inmensas proporciones y consecuencias.

Escuchamos testimonios que demuestran fehacientemente que la contaminación transgénica es intencional y representa un desvío del poder, al emplear el aparato estatal a favor de intereses privados.

Los transgénicos son un instrumento corporativo. Pertenecen a seis empresas transnacionales, que forman un oligopolio. Monsanto controla el 85% del mercado.

Todos los transgénicos están protegidos bajo derechos de propiedad intelectual. Reproducirlos y usarlos sin permiso de los titulares de estos derechos constituye un delito. Los genes de Monsanto están patentados. La empresa sabe que la contaminación es inevitable, una vez que se realice la siembra extensa. Será un crimen con premeditación, alevosía y ventaja, porque busca intencionalmente apropiarse de todas las redes alimentarias. En Estados Unidos, Monsanto y Dupont ya han ganado juicios por 23 millones de dólares y arreglos fuera de tribunales por 200 millones de dólares más, por los granos contaminados. Pronto empezarán a demandar a productores mexicanos.

El crimen es aún más grave porque México es centro de origen de maíz, y por tanto, constituye el reservorio genético de uno de los tres principales cultivos del mundo, una de las bases principales de la alimentación a nivel global. Es también reservorio de los saberes necesarios para mantener vivo al maíz.

Hacemos un extrañamiento a los órganos de Naciones Unidas, que saben bien que proteger los centros de origen es esencial para mantener los cultivos vivos. Sería la primera vez en que un centro de origen se ha contaminado y esos órganos no han hecho nada al respecto, por eso las comunidades denuncian a estos organismos en esta pre-audiencia.

Esto resulta aún más grave ante la perspectiva de cambio climático. Sabemos bien de la perspectiva: donde hay sequía habrá más sequía; donde hay mucha lluvia lloverá más. Las semillas nativas tienen la diversidad que permitiría encontrar la respuesta a los cambios en las condiciones climáticas. Esas razas y variedades tienen los caracteres de herencia que necesitaremos.

Es un crimen abominable, que por ningún motivo debe permitirse, hacer que esas razas y variedades desaparezcan.

Este crimen insoportable es aún más grave si consideramos lo que ya mencionamos antes: que las políticas y programas del gobierno, en su desviación de poder, han socavado la soberanía alimentaria de las comunidades, en el ejercicio sistemático de violencia burocrática, social y policiaca.

 “Perder el maíz nativo alimento de nuestros pueblos es perder la autonomía,” se dijo en la presentación de uno de los casos. Aquí está el meollo de la cuestión.

En una lucha de siglos, las comunidades han logrado fortalecer su autonomía y construir formas propias de vida y de gobierno. En Oaxaca, como se subrayó en las presentaciones, se sigue “practicando y fortaleciendo la comunalidad”. De esa manera se lograron niveles sólidos de autosuficiencia y se ha practicado una efectiva soberanía alimentaria. Toda esta construcción está basada en el maíz. Cada familia, cada comunidad, cada región, se empeña en producir maíz suficiente para el consumo cotidiano. Y existen mecanismos complejos para hacer frente a las dificultades periódicas, cuando las calamidades naturales o las irregularidades del clima impiden que se alcancen los niveles normales de autosuficiencia.

En esta organización se basa la cultura de los pueblos indígenas y en ella está el tejido social que aún nos permite existir como nación. El lema que circula desde hace una década, “Sin maíz no hay país”, es una expresión eficaz de lo que todo esto significa. En estas tierras se inventó el maíz, en un diálogo profundo con la naturaleza; aquí se le multiplicó, se le diversificó, se le adaptó a las mil diferentes condiciones de nuestra realidad. En ese proceso el maíz nos inventó como pueblo y se estableció como la base de nuestra cultura.

Un ejemplo claro que se expresó en la pre-audiencia fue destacar que la riquísima gastronomía mexicana está claramente fincada en el maíz, pero buena parte de lo que todavía cocinan y comen mexicanas y mexicanos sólo es posible con semillas nativas. La contaminación transgénica haría desaparecer buena parte de lo que comemos.

Este patrón de supervivencia y prosperidad se encuentra hoy seriamente debilitado por la agresión sistemática que han sufrido todos los pueblos, por el conjunto de políticas y programas concebidos abiertamente contra ellos. Por las mismas condiciones que afectan la vida de las comunidades, el país entero se encuentra afectado de una debilidad sustancial en su soberanía: la dependencia del exterior en materia alimentaria.

En 1971 exportábamos maíz. Es cierto que en esos años había familias que no tenían suficiente, pero el hecho es que podían generarse excedentes y colocarlos en el exterior. Perder la autosuficiencia no fue una consecuencia del crecimiento demográfico o de condiciones climáticas adversas. No fue porque los productores decidieron abandonar sus tareas y dedicarse a otra cosa. Fue una acción sumamente costosa, en que el gobierno invirtió inmensos recursos para provocar la deficiencia de maíz. Hoy, un gran porcentaje de este maíz importado va directo a alimentar a pollos y cerdos en las granjas industriales, o se utiliza como insumo para emulsificantes, estabilizadores y edulcorantes. No va directo al consumo humano como luego se cree. Todavía entre el 30 y 40% del maíz que se produce en México alimenta directamente a las propias familias y la comunidad. Y ya sumado, un 50% del maíz mexicano proviene de producción campesina en pequeño.

En esta pre-audiencia se nos hicieron llegar, con los testimonios, documentos en los que se demuestra, con sólido fundamento científico, que existe un enorme potencial productivo por el que podría recuperarse en pocos años la autosuficiencia nacional de maíz.

Enrique Peña Nieto y sus funcionarios no son jurídicamente responsables de los crímenes en serie contra la agricultura campesina cometidos a lo largo de 60 años. Pero son moral y políticamente responsables porque la actual administración no solamente continúa esa orientación anticampesina sino que la está profundizando —lo que los puede hacer jurídicamente responsables.

Uno de los testimonios señaló: “Que ya no se establezcan programas con la careta de apoyar al campo y que sólo benefician a las empresas agroindustriales amigas de los altos funcionarios. Que no se trate de engañarnos regalándonos comida dizque nutritiva, porque sabemos que lo único que persiguen es despojarnos de los alimentos que producimos localmente.”

Se trata, muy concretamente, de uno de los programas de la nueva administración. Su campaña contra el hambre no se dirige realmente contra esta vieja enemiga de la humanidad que vuelve a aparecer entre nosotros

Los testimonios presentados en la pre-audiencia mostraron con toda claridad la grave complicidad que en todos estos crímenes ha tenido el establecimiento científico. No sólo se trata de la campaña de descrédito contra quienes presentaron honestamente los resultados de sus investigaciones y dieron a conocer las primeras pruebas de contaminación transgénica, reconociendo abiertamente que su trabajo había sido posible por su colaboración con el sistema científico indígena. Se trata también del boicot sistemático a que se vieron expuestos cuantos se interesaban en el tema y, finalmente, de la corrupción misma de la aún llamada investigación científica.

Se nos ofrecieron testimonios de la forma en que se procedió a la falsificación de pruebas, a la distorsión del método, a la presentación mentirosa de los resultados, al ocultamiento de información. Se constituyó así una auténtica conspiración en que los funcionarios del gobierno, las corporaciones privadas y los supuestos científicos realizaron actividades criminales para ocultar la información sobre la contaminación transgénica.

Es importante destacar, en este aspecto, que en los propios testimonios se nos informó, con sólidas bases en estudios científicos serios, que no estamos ante hechos irremediables e irreversibles. La acción de las comunidades, en el marco de políticas y programas que se propongan lo contrario de lo que han hecho hasta ahora, podrían poner remedio a los daños que hasta ahora se han causado y abrir otra opción. Eso requeriría otro tipo de ciencia, que supiera articular sus métodos y concepciones con la ciencia indígena, ésa que fue capaz de crear el maíz y centenares de miles de variedades adaptadas a los más diversos nichos ecológicos en el curso de diez mil años.

Esto es muy distinto a lo que se intentó hacer con información distorsionada. Como era imposible desechar las pruebas de la contaminación que había ocurrido, lo que se intentó fue demostrar que en esos mismos lugares había desaparecido, lo que implicaba que era posible limitar o contener la contaminación. Los casos que se han presentado en esta pre-audiencia permiten refutar en forma contundente este intento perverso de una parte del establecimiento científico, coludido con las autoridades y las corporaciones privadas para negar información a la población y continuar la promoción descarada de la invasión transgénica.

 “Los hombres y mujeres de maíz”, se dijo en la pre-audiencia, “exigimos volver al Estado de derecho”.

Es importante destacar que esta exigencia es presentada por pueblos que han padecido por más de 500 años el uso perverso de los instrumentos jurídicos contra ellos, pueblos que han padecido no solamente leyes injustas, que los ignoran y discriminan, sino tribunales corruptos y racistas. Son pueblos que han sabido reconocer y mantener en sus propios ámbitos el concepto de derecho, la validez y legitimidad del procedimiento formal, la necesidad de normas que propicien la convivencia armónica.

Son estos pueblos los que ahora exigen a quienes han destruido el Estado de derecho (tan laboriosamente construido por mexicanas y mexicanos) que regresen a él. Están conscientes de las limitaciones de su exigencia. Están pidiendo a criminales en serie que detengan su carrera enloquecida al abismo, en el que ellos mismos se precipitan al arrastrarnos a todos al desastre natural y social. Lo hacen porque es su convicción que nunca debe renunciarse a la exigencia de que la autoridad cumpla sus obligaciones. Y lo hacen porque están dirigiéndose al más alto de todos los tribunales, al de las ciudadanas y los ciudadanos, al de los pueblos, al de quienes, con su movilización, pueden imponer la voluntad popular para salvar a nuestra comunidades, a nuestras culturas, a nuestro país y a final de cuentas a la Madre Tierra que se encuentra en riesgo.

Hacemos nuestras las demandas que se presentaron en la pre-audiencia, tras introducir en ellas modificaciones que resultan de la presentación de los casos y testimonios, y las incluimos en nuestro dictamen como recomendaciones expresas al Estado mexicano. Es decir, el Estado mexicano debería:

*Abrogar de forma inmediata la Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, sus reglamentos y demás disposiciones jurídicas que abren las puertas para que el Gobierno autorice la siembra de maíz transgénico en el país. En su lugar, se debería declarar a Oaxaca y a todo el territorio de México territorio prohibido para el cultivo, experimentación, transporte, almacenamiento y comercialización de transgénicos,  negando cualquier posibilidad de siembras comerciales del  maíz transgénico.

*Reafirmar que el maíz es fundamento de la cultura material y simbólica de mexicanas y mexicanos, pilar de la soberanía nacional, condición sustancial de supervivencia de las comunidades campesinas e indígenas y base de la alimentación de la población. En consecuencia, el Estado tiene la obligación de concebir e implementar políticas de apoyo diferenciado al entramado de relaciones que forman la cultura de maíz.

*Renunciar a las políticas agrarias, agrícolas y comerciales que han causado la crisis del campo mexicano. El gobierno debería orientar sus políticas al fortalecimiento de la economía campesina, los pequeños productores y las comunidades indígenas, a la autosuficiencia nacional en la producción de alimentos básicos y a la reafirmación de la soberanía alimentaria.

* Revisar el capítulo agrícola del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, especialmente lo relativo al comercio de los granos básicos, entre otras cosas para revertir los efectos del dumping sistemático practicado por los agroexportadores estadounidenses y las grandes empresas importadoras en contra de la economía campesina y mexicana.

* Combatir la corrupción de la investigación científica en el área de los organismos genéticamente modificados, y su connivencia con corporaciones privadas dedicadas a impulsarlos y articulándola con la ciencia indígena.

* Suspender de inmediato las autorizaciones para la liberación de todo tipo de maíz transgénico, incluyendo a los campos de cultivo ya existentes, y prohibir por completo los cultivos genéticamente modificados y el uso de tecnologías “terminator”.

* Difundir en forma permanente y amplia, a través de medios públicos, privados e independientes, información relativa a los riesgos de la contaminación transgénica, dando especial cabida a los estudios científicos que muestran sus daños y sus impactos sobre la salud, el ambiente y la producción.

* Respetar la soberanía y la autonomía de los pueblos originarios.

* Suspender de inmediato las importaciones de maíz transgénico, así como la distribución de “paquetes tecnológicos” y alimentos contaminados de transgénicos.

* Elevar a rango constitucional la prohibición de organismos genéticamente modificados en el territorio nacional y adecuar de inmediato las legislaciones secundarias.

* Establecer un Régimen de Protección para el Maíz Nativo.

* Establecer una norma eficaz para la etiquetación de todos los alimentos transgénicos con información suficiente para la población consumidora sobre los riesgos que implican.

* Aplicar rigurosamente los procedimientos de consulta y consentimiento previos, libres e informados, que forman parte de la ley suprema a través de los tratados internacionales, antes de implementar programas gubernamentales en las comunidades indígenas.

* Detener la siembra y movilización en el territorio nacional de otros granos y semillas transgénicas como soya, algodón y canola, así como los ensayos de campo con organismos transgénicos.

* Restringir las importaciones de maíz a los casos en que la cosecha nacional sea insuficiente y una vez que la producción nacional se haya comercializado, vigilando rigurosamente, en las fronteras, que ninguna importación contenga transgénicos. No debe permitirse la entrada de una sola tonelada de maíz por encima de la cuota sin pagar arancel; por el contrario, debe imponérsele el máximo permitido por el TLCAN, haciendo valer el principio de soberanía alimentaria y la prioridad del consumo del maíz nativo.

* Concentrar todas las compras de Diconsa, empresa responsable de la contaminación transgénica, en organizaciones de productores mexicanos, realizándolas a un precio justo. Diconsa debe retirar de inmediato los maíces transgénicos que haya distribuido, alertando a las comunidades respectivas sobre los riesgos de su empleo.

* Expulsar del país a las empresas multinacionales responsables de la contaminación transgénica, entre las que se encuentran Monsanto, Novartis, DuPont y Aventis.

* Oponerse oficialmente a las patentes y propiedad intelectual sobre la vida en México y en cualquier parte del mundo.

* Someter los bancos de germoplasma en México, incluyendo el del CIMMYT, a revisiones cuidadosas hasta que se asegure que sus colecciones se encuentran libres de contaminación transgénica.

* Reconocer constitucionalmente los derechos indígenas, tal como fueron plasmados en los Acuerdos de San Andrés y emplear los instrumentos del Convenio 169 de la OIT para garantizar la autodeterminación de los pueblos indígenas de México sobre sus recursos naturales, con absoluto respeto a la consulta previa, libre e informada.

* Formular políticas ambientales, agrícolas y alimentarias sustentables, justas y soberanas, elaborándolas junto con la sociedad civil en base a la autodeterminación de los pueblos sobre sus bienes naturales, el respeto a los derechos indígenas y campesinos, la conservación de la biodiversidad y el principio de soberanía alimentaria.

* Establecer legalmente que ningún ser vivo, ni en su totalidad ni en sus componentes, pueda ser reclamado por derechos de propiedad intelectual ni sujeto a convenios de bioprospección.

Es obvio que ante los riesgos tan evidentes no basta con hacerle recomendaciones al Estado: estas recomendaciones son, al mismo tiempo, asuntos pendientes que la sociedad civil mexicana e internacional tendría también que asumir como luchas urgentes que tienen que estar en el centro de sus reivindicaciones.

En el marco de esta pre-audiencia, por su tema, su lugar y su contexto, queremos reafirmar que las reformas constitucionales indígenas realizadas hasta hoy son un mero engranaje y en ocasiones no el fundamental. Las políticas hegemónicas están operando por encima de los avances jurídicos. Se están haciendo arreglos por encima de la Constitución y de la normatividad internacional vigente. Tales arreglos, por ejemplo, niegan a los pueblos el carácter de sujetos de derecho y rechazan implícitamente la autonomía que formalmente quedó enunciada en 2001.

Se han estado promulgando leyes sobre la diversidad que refuerzan la privatización y de hecho perfilan la paulatina desaparición del espacio propio del derecho público al hacer del Estado un simple promotor y certificador de las operaciones “privadas” de los inversionistas. En esta operación participan, junto con los gobiernos de América Latina, organismos públicos multilaterales como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (fao), el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (pnuma), la Organización Mundial del Comercio (omc) y la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (ompi), y organismos financieros como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.

Nos parece importante, asimismo, señalar que en el texto del nuevo artículo 2o constitucional se determinó que la autonomía se ejercería “con respeto a las modalidades de propiedad y tenencia de la tierra establecidas en esta Constitución y a las leyes de la materia, así como a los derechos adquiridos por terceros o por integrantes de la comunidad.” De esta manera, en forma enteramente anómala e inaceptable, el supuesto nuevo derecho constitucional para los pueblos indígenas nació supeditado a las leyes, cuestión contraria al principio de jerarquía de normas.

Los dictaminadores compartimos y acogemos plenamente la demanda de acabar con toda forma de violencia contra el maíz, la soberanía alimentaria  y la autonomía de los pueblos que la cuidan.  Esto exige acabar con todas las fuentes de contaminación transgénica, por los agroquímicos, híbridos y otras formas de tecnología que destruyen el maíz y crean dependencia.

Siendo el maíz, como hemos escuchado en los testimonios y casos, una expresión fundamental del alma y del cuerpo de los pueblos de México, es de vital importancia que las demandas que lleguen a la audiencia final del Tribunal Permanente de los Pueblos posean toda la fuerza y urgencia que se requieren. Por esto, nos parece útil dejar claramente establecidos los siguientes puntos:

* La ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados, la Ley de Producción, Certificación y Comercialización de Semillas y la Ley Federal de Variedades Vegetales son leyes que administran la producción, distribución y fomento de maíz transgénico en México, por lo que se deben dejar de aplicar inmediatamente, estableciendo una prohibición de facto, y a continuación abrogar estas leyes y realizar una reforma constitucional en la que se establezca la prohibición definitiva de la introducción, siembra, comercialización, importación, almacenamiento, distribución, investigación y experimentación de semillas transgénicas de maíz y se declare que todo México es centro de origen y diversidad biológica, descartando definitivamente la idea de construir mapas de centros de origen. Hay suficientes argumentos y pruebas científicas de daños a la salud y al medio ambiente para sustentar esta prohibición.

* La ley de biodiversidad ignora que la domesticación y diversificación de plantas es un proceso vivo, continuo y actual, y deja en estado de indefensión a los productores y comunidades que han sido los creadores de esta riqueza genética que ha hecho de México un centro de diversificación a nivel mundial. El artículo sobre zonas libres de transgénicos no establece la protección adecuada para los productores convencionales y orgánicos. A los primeros los ignora por completo, y a los segundos les impone un régimen de protección insuficiente y, además, muy difícil de alcanzar. Se deja en estado de indefensión a la mayoría de los productores agrícolas mexicanos, que no podrán escoger si quieren o no transgénicos en sus cultivos. Uno de los problemas centrales en este capítulo es que la carga de la prueba la tienen precisamente los afectados, que deberán comprobar científicamente la inviabilidad de la coexistencia entre cultivos libres de transgénicos y los que sí incorporan esta tecnología. Los transgénicos no pueden convivir con especies que no han sido genéticamente modificadas, pues las contaminan y alteran su genoma. Finalmente, el procedimiento administrativo es muy complicado y está diseñado más para dificultar la designación de zonas libres que para protegerlas.

* Proponemos que se aproveche el marco del TPP para declarar al maíz y a la milpa como un bien común de los pueblos del mundo, que han intercambiado libremente y con responsabilidad las semillas, y saben en dónde y cómo usarlas como elemento básico de la vida y de su subsistencia. Son los propios pueblos, no entidades privadas o gubernamentales, quienes deben decidir cómo intercambiar, cuándo y dónde.

La denuncia presentada en esta pre-audiencia, así como los casos, testimonios y probanzas aducidas, demuestran que la devastación de la vida campesina, la migración forzada, la pérdida de biodiversidad y los daños al ambiente y la salud han sido causadas directamente por las políticas agrarias y agrícolas, las políticas públicas de “asistencia” (como la Cruzada contra el Hambre) , así como por la política económica y la comercial, vinculadas con los tratados de libre comercio adoptados por el Estado mexicano y otros instrumentos nacionales e internacionales, relacionados con la autorización de transgénicos, que fomentan los monocultivos, la agroindustrialización y el acaparamiento de tierras.

Deseamos dejar constancia que el Convenio de Cartagena obliga a los gobiernos que lo suscribieron a aceptar los transgénicos, por lo que lejos de ser un instrumento de protección, que debemos invocar, forma parte de lo que debemos rechazar. Igualmente, el Convenio de Biodiversidad, al contrario de los tratados de libre comercio, queda sujeto a la interpretación de los estados, y despoja a los pueblos de la soberanía sobre la biodiversidad, que pasa a ser patrimonio controlado por los gobiernos. Este instrumento internacional es usado como el paraguas que en nombre de la diversidad y sustentabilidad ha introducido una postura conservacionista y proclive al fomento del capital, antes que una que combine el factor cultural y social con el ambiental. En contraste, defendemos una postura que vincula a los pueblos, el ambiente y la transformación, considerándolos como actores colectivos e individuales dotados de conocimientos importantes sobre el ambiente natural o sobre medios de utilizarlo.

Igualmente, nos parece importante señalar que al caracterizar el cultivo de maíz transgénico como delito debemos tomar en cuenta que hasta ahora los tribunales internacionales no abordan delitos cuya base constituya un delito “económico”.

Los argumentos de las comunidades indígenas y campesinas afectadas no sólo defienden sus propios derechos y formas de vida. Están defendiendo a la humanidad entera.

De acuerdo con la cultura y filosofía de los pueblos indígenas, el maíz no es mercancía, es el sustento principales de las comunidades, de la familias. En la preaudiencia, quedó claro que en México lo que hace posible que la gente sobreviva hasta en comunidades abandonadas es el maíz.

Si la cultura sobrevive en las comunidades es por la milpa, lo dicen todos. Aquí entre los dictaminadores nos preguntamos: “¿A qué se debe que haya sobrevivido el tequio?, ¿A qué se debe que sobreviven los servicios comunitarios?, ¿A qué se debe que sobreviva el sistema de cargos?, ¿A qué se debe que sobreviva la medicina tradicional?, ¿A qué se debe que continúen las fiestas tradicionales comunitarias y haya una gran solidaridad entre las familias y entre los pueblos? Se debe fundamentalmente al sistema alimentario propio: al maíz”, contestan una y otra y otra vez.

Afortunadamente, en las comunidades todavía existen miles y miles de familias que resisten produciendo sus propios alimentos, porque no hay otra forma de defensa que la de hacer posible la autonomía a través de la milpa. La única posibilidad de ejercitar la libre determinación y autonomía de los pueblos consiste en que cada pueblo, cada familia que tenga la capacidad de reconstruir su autosuficiencia alimentaria del país y la soberanía alimentaria propia.

Sabemos que en muchas regiones del país los campesinos y la gente de las ciudades por igual, serán sometidos, aplastados, porque el gobierno les va a vender maíz de pésima calidad. Las transnacionales se van a encargar de traer maíz NO APTO para consumo humano para llevarlo a las casas. “Antes no había enfermedades degenerativas en los pueblos”, nos dicen los participantes. “De 30 años para acá, aparecen cientos de miles de enfermos, diabéticos, de cáncer, de hipertensión, tan terrible es la dimensión de las enfermedades degenerativas que ha rebasado la capacidad de las instituciones de salud”. Ahora el gobierno dice que no hay capacidad económica para afrontar estos problemas. Primero se permite la venta de alimentos plagados de tóxicos y cuando afloran las enfermedades públicas no pueden atender a quienes sufren las consecuencias. Por eso el asunto del maíz sigue siendo para nosotros el asunto clave de la política social, el asunto clave de una política educativa y de una verdadera reforma educativa.

Cuando no pierden su memoria histórica, lo primero que tienen que hacer los pueblos es resolver la autosuficiencia alimentaria: maíz, frijol, calabaza y todos los cultivos que se recogen en la milpa. Ésa es una estrategia eficaz, inteligente y creativa de combatir el hambre, no llevar a la mesa de las familias campesinas comida industrializada que para lo único que va a servir es para enfermar a los niños, como sucede en las escuelas oficiales. Por eso la tarea, la responsabilidad que tenemos que asumir es que cada uno de nosotros se convierta en defensor del maíz, en defensor de las tradiciones comunitarias. Que todo el pueblo mexicano, que consume maíz impulsemos la revaloración del maíz en México y en el mundo. ¿Qué otra forma existe para que los pueblos de México combatan el hambre?

Los dictaminadores celebran el proceso que ha permitido llegar a esta pre-audiencia. Pretendemos que nuestras sugerencias y recomendaciones específicas enriquezcan a quienes presentaron los casos y testimonios, a fin de fortalecerlos en la perspectiva de la audiencia final ante el Tribunal Permanente de los Pueblos.

La pelea está servida: ellas o nosotras.

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Ellas: las corporaciones semilleras multinacionales encabezadas por Monsanto.

Nosotras, las personas comunes de todo el mundo: estudiantes, mujeres, indígenas, obreros, campesinas, mineros, oficinistas, artesanas, migrantes, todas y todos.

La pelea estaba agendada, ya ha comenzado y es por la vida.

Una vez más, Monsanto se ha salido con la suya, esta vez en su propio patio: Estados Unidos. La noticia de esta semana en el ámbito de la soberanía alimentaria es el fallo del Tribunal Supremo yanqui que da la razón a Monsanto en el juicio que la transnacional inició contra Hugh Bowman, un agricultor de 75 años de edad del estado de Indiana.

Brevemente el caso es el siguiente: Bowman primero había comprado semillas de soya modificada genéticamente (transgénica) a Monsanto, pero cambió de decisión y adquirió unas semillas más baratas en el granero local las cuales normalmente se destinan a alimentar ganado o son usadas en la industria. El punto central de la historia es que las semillas de soya transgénica en esa región fueron obtenidas a partir de plantas sembradas por Monsanto.

En 2007, la multinacional demandó a Bowman y obtuvo como compensación 85 000 dólares. Después, el agricultor  recurrió la sentencia y acudió a la Corte Suprema. El pasado 13 de Mayo, el máximo tribunal de la nación gringa falló unánimemente a favor de Monsanto.

Este acto viene a inaugurar la llamada ‘Ley de Protección a Monsanto’ que no es más que la rendición del gobierno norteamericano a la transnacional: Monsanto no puede ser demandada ni llevada a juicio ni siquiera por evidencias de daños a la salud o al medio ambiente causados por los productos que comercializa: semillas modificadas genéticamente (maíz, soya, algodón, canola) o los herbicidas altamente tóxicos, tecnológicamente asociados a las semillas modificadas.

          Por si faltara cinismo en la empresa semillera y en sus vasallos en el gobierno estadounidense, a través Wikileaks se difundió que el gobierno de Obama presiona a gobiernos extranjeros para que estos acepten y respalden a Monsanto siguiendo una estrategia diseñada desde el otro lado de la frontera:

a) promover los intereses comerciales de la industria biotecnológica,

b) relajar las regulaciones en materia de biotecnología en el extranjero,

c) proteger las exportaciones de la industria biotecnológica estadounidense y

d) fomentar que los países en desarrollo adoptaran los cultivos biotecnológicos.

        No es intención alterar al lector, aunque de hecho lo intentaré: ¡esta misma estrategia está siendo utilizada por el gobierno mexicano en el proceso de aprobación de los permisos para la siembra comercial de maíz transgénico en estados como Sinaloa, Tamaulipas, Chihuahua y Durango!

En resumen: si el maíz transgénico llega a sembrarse masivamente en México, las y los estudiantes, las mujeres, los mineros, oficinistas, las artesanas, migrantes, todas y todos, estaremos condenados a comer maíz que potencialmente nos produciría cáncer y daños mortales en hígado y riñones. A las y los indígenas y campesinos nos condenará a dejar de existir: tendremos que pagar para tener semillas y sembrar nuestra tierra. Según las ‘leyes de Monsanto’ y del gobierno seremos criminales por sembrar, guardar o intercambiar nuestras semillas, las que nos heredaron nuestros antepasados.

El rechazo a los alimentos transgénicos y todos los daños que estos implican se hace mayor cada día, tanto a nivel nacional como internacional y todas nosotras: las personas que nos preocupamos por nuestra salud y alimentación, los estudiantes, las y los campesinos e indígenas y quienes se preocupan por el medio ambiente y por la vida en el planeta, tenemos la última palabra en permitir que se siembre maíz transgénico en México.

El próximo 25 de mayo está convocada una manifestación en muchas ciudades de varios países para demostrar el rechazo de la gente, de nosotros a Monsanto (en Australia, Austria, Bélgica, Brasil, Canadá, Chile, Croacia, Ecuador, Inglaterra, Finlandia, Francia, Alemania, Guatemala, India, Irlanda, Holanda, Nueva Zelanda, Noruega, Rumania, Escocia, Portugal, Sudáfrica, Estado Español). México no puede ser excepción ante la brutalidad que se trata de imponer: la siembra de maíz transgénico en el lugar que vio nacer a este grano nativo hace diez mil años.

¡No podemos faltar! Es el llamado a la lucha que ya empezó.

Más información:

http://occupy-monsanto.com

Ensenada, Baja California

Chihuahua

Guadalajara

Distrito Federal

http://www.proyectoambulante.org/index.php/noticias/nacionales/item/1512-la-pelea-esta-servida-ellas-o-nosotras


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